10/4/16

Las Crónicas de Aecio (VI)


Llongborth, 505 d.C.

Tras la muerte de Gerrent, los dos ejércitos nos aprestamos a la batalla, con Gwent formando nuestra ala izquierda, Dumnonia en el centro mientras que Kernow y los hombres sin rey como nosotros nos encargaremos de defender el ala derecha de nuestro reducido ejército.

Los sajones nos superaban en número, pero eso sólo nos permitía reaccionar con mayor rapidez por el terreno mojado y conseguimos liderar la primera carga contra el muro de escudos sajón, los cuales nos rechazaron sin acusar el golpe. Los primeros compases se saldaron en nuestra contra, defendiéndonos mientras intentábamos por todos los medios no ser superados por las alas para no ser rodeados.

El príncipe Dustran, viendo cómo nuestro flanco corría el riesgo de ser superado, ordenó a sus hostigadores que lanzaran un ataque contra el flanco izquierdo del fyr sajón, causando importantes bajas enemigas en nuestro flanco derecho. Los curtidos veteranos sajones, incomodados por la rápida incursión de los hombres de Kernow, no consiguieron seguir causando bajas entre nuestros hombres.

En el siguiente lance, alentados por Cerdric, los sajones consiguieron romper una parte de nuestro muro de escudos, causando importantes bajas a nuestro reducido ejército. Desalentados por la inferioridad y las bajas provocadas, vi miedo en los ojos de muchos de los guerreros que empujaban a mi lado las prietas filas sajonas, pero éramos disciplinados y con la inconsciencia de la juventud que manteníamos todos, así que nos quedamos para matar o morir matando.

Dejándome llevar por la precariedad del momento, y tengo que reconocer, por el deseo de alcanzar la gloria, en cuanto vi la oportunidad, hice brecha en la fila de escudos que tenía delante, lo que nos permitió consolidar la posición y avanzar un par de metros que se nos antojaron una distancia interminable por nuestro flanco. Los sajones empezaban a dudar de sus posibilidades ante el empuje de la coalición britana.


Llevábamos ya una hora combatiendo, y el cansancio empezó a hacer mella en todos los hombres citados en los campos de Llongborth. Dahl intentó en una ocasión romper las filas sajonas, pero el cansancio de los hombres hizo que su acto heroico no supusiera ninguna ventaja para nosotros.

Durante casi otra hora, ambos bandos estuvimos empujando, insultando y escupiéndonos sin ningún avance significativo.

Cuando parecía que todo iba a resolverse como en tantas otras batallas, con los dos ejércitos llegando a un punto muerto en que se retiran para recuperar el resuello antes de volver a cargar, Liofa, el asesino de Gerrent, organizó una carga contra la parte del muro de escudos de Dumnonia. Había estado moviéndose sigiloso como la rata escurridiza que era para caer sobre los desmoralizados guerreros dumnonios. Mientras todo parecía perdido y los sajones entraban como un cuchillo en manteca por el centro de nuestro ejército, los guerreros con vestimenta romana de Gwent se aprestaron a cerrar la brecha estirando sus líneas hasta un punto que parecía imposible, aguantando la presión sajona tanto en sus ala izquierda como en el centro con un muro de tan sólo 3 guerreros de profundidad.

Durante la siguiente hora, vamos mellando poco a poco las filas sajonas, que combaten con menos dureza al ver la proeza de los acorazados guerreros de Caradoc. Finalmente, los sajones se baten en retirada ordenadamente sin dejarnos cogerlos por sorpresa en su huida.

Casi habíamos perdido la mitad de nuestro ejército, y aunque las bajas de invasores era mucho más devastadoras, la sensación que quedaba entre nuestros hombres era de haber perdido. Habíamos ganado el combate, quizás, pero el precio de perder al rey de uno de los principales reinos britanos era demasiado elevado.

Llongborth no era una posición demasiado estratégica para ningún bando, pero las luchas internas y el tener a un reino a la deriva hasta que se designara el heredero hablaban claramente de, probablemente, una victoria importante para los sajones.

Trasfondo de la partida

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